1.- ANTES DE EMPEZAR
El labrador y sus hijos
A punto de acabar su vida, quiso un labrador dejar experimentados a sus hijos en la agricultura.
Así, les llamó y les dijo:
- Hijos míos: voy a dejar este mundo; buscad lo que he escondido en la viña, y lo hallaréis todo.
Creyendo sus descendientes que había enterrado un tesoro, después de la muerte de su padre, con gran afán removieron profundamente el suelo de la viña.
Tesoro no hallaron ninguno, pero la viña, tan bien removida quedó, que multiplicó su fruto.
SI BUSCAS UN TESORO PONTE A TRABAJAR
Un tesoro lleno de riquezas
El objetivo de hacer un diario es sacar lo mejor de ti, con el aprenderás a preguntarte porque quieres conseguir un objetivo antes de plantearte como hacerlo.
Por qué siempre debe ser lo mas importante para cualquier emprendedor, porque es el punto de partid y lo que te permitirá entender que te motiva a seguir tus deseos: si realmente son razones convincentes, estarás preparado para conseguirlos, y si son un simple capricho, estarás en condiciones de replantearte tus metas.
Al pasar las páginas de tu diario emprendedor estarás removiendo la tierra en busca de tesoro, y cuando menos te lo esperes verás como todo ese trabajo duro te habrá conducido a descubrir esa recompensa de posibilidades que siempre ha estado ahí pero no veías.
Cuando tengas la idea de crear una empresa no esperes la aprobación de los demás, si pretendes tener la aprobación de los demás es probable que nunca des ningún paso hacia adelante.
Saltando alto
Un grupo de ranas viajaba por el bosque, cuando de repente dos de ellas cayeron a un hoyo profundo. Las demás ranas se reunieron alrededor del pozo y, cuando vieron lo profundo que era, les dijeron a las ranas que cayeron, que era imposible salir, que debían abandonar y darse por muertas. Sin embargo, ellas seguían intentándolo con todas sus fuerzas. Las ranas de fuera insistían, les decían que esos esfuerzos serían inútiles, que nunca podrían salir. Una de las ranas atendió a lo que las demás decían y dejó de esforzarse, se dio por vencida y murió. La otra continuó saltando con tanto empeño como le era posible. La multitud le gritaba que era inútil pero la rana seguía saltando, cada vez con más fuerza…hasta que finalmente consiguió salir del pozo. Las otras le preguntaron: – ¿Acaso no escuchabas lo que te decíamos? La ranita les explico que no podía escuchar y que creía que las demás la estaban animando desde el borde a esforzarse más y más para salir del hueco.».