Hoy, mientras dormía, el cielo me abrió sus puertas en un sueño maravilloso. En ese dulce trance de la noche, me encontré caminando por un sendero de luz, rodeado de colores que bailaban en armonía con cada paso que daba.
De repente, entre los destellos de luz, aparecieron mis padres, con una luminosidad que llenaba el espacio a mi alrededor. Sus rostros irradiaban una calidez tan reconfortante que el corazón se me inundó de una alegría indescriptible.
Juntos, los tres caminamos por prados cubiertos de flores resplandecientes, cuyos aromas perfumaban el aire con fragancias celestiales. Mis padres me rodearon con amor y complicidad, como si nunca hubieran dejado de estar a su lado.
En ese sueño, compartimos momentos de risas y abrazos, recordando juntos los momentos más preciosos que vivimos en la Tierra. Cada recuerdo era como una joya resplandeciente que adornaba el paisaje de ese sueño, haciendo que cada instante fuera aún más especial.
Cuando desperte, se lleno mi corazón de una felicidad que irradiaba a través de cada fibra de mi ser. Sabía, en lo más profundo de mi, que ellos estaban conmigo, enviándome su amor desde el cielo y relagalando la dicha de ese hermoso sueño.
Y así, con el calor de ese sueño maravilloso, me enfrente al día con una sonrisa en el rostro y el corazón rebosante de amor y gratitud por haber tenido la oportunidad de sentirme tan cerca de mis padres una vez mas.