Viajemos por el tiempo e imaginemos que estamos en el año 3024
"Ecos de Maestros"
Hoy, 1 de noviembre del año 3024, nos
reunimos para recordar y honrar a aquellos maestros legendarios que, hace mil
años, forjaron con sus enseñanzas y pasiones el espíritu de nuestra escuela.
Sus historias se han convertido en leyendas, y aún se sienten sus presencias en
cada rincón de este lugar que tanto amaron. Dicen los relatos que, en ciertas
noches, sus almas regresan, recordándonos su legado.
Cuenta la leyenda que, bajo la tenue
luz de las estrellas, aún se puede escuchar el eco de Diana Engracia saltando
la cuerda con energía infinita, incansable en su misión de motivar a sus
alumnos. Los pocos que han pasado por las canchas deportivas, en la madrugada
afirman haber visto su figura difusa, incitando a todos a “dar lo mejor de sí”
en un incesante brinco hacia el recuerdo.
Y en los laboratorios de cómputo,
justo a las tres de la mañana, el espectro de Octavio Basurto reaparece. Se
dice que enciende las viejas computadoras, iluminando con destellos fantasmales
cada rincón de la sala. Tras él, surge la inconfundible sombra de la maestra
Aleida, quien, entre gritos que retumban por los pasillos, intenta mantener el
orden en el mundo de los espectros. Es tan imponente su voz, que incluso los
espíritus de sus antiguos estudiantes tiemblan y obedecen, como en aquellos
días de antaño.
Por los corredores, cuando todo está
en silencio, los vecinos aseguran haber visto a Claudia Bautista vagando y
dando consejos. Su voz cálida y sabia llena el ambiente de historias tan
cautivadoras que, al escucharlas, la piel se eriza y los pelos se ponen de
punta. Con cada relato, Claudia revive esos momentos en los que sus palabras
inspiraron y guiaron a generaciones.
Y al fondo, entre los sollozos de
jóvenes que aún lloran sus celulares perdidos, se escucha la risa de Hada,
quien continúa en su incansable misión de rescatar a los estudiantes de las
distracciones modernas, recordándoles la importancia de vivir el momento.
Y luego está Brenda, quien, pasada la
medianoche, entra al plantel justo cuando suenan las 24 campanadas, iluminando
cada espacio con una alegría contagiosa. “¡Qué hermoso es mi plantel!” exclama,
mientras enciende las luces de toda la escuela, dejando en claro que, aunque
hayan pasado siglos, ella sigue cuidando de este lugar con todo su corazón.
Hoy, al recordar a estos maestros legendarios,
elevamos nuestras miradas y lanzamos un suspiro lleno de amor hacia el más
allá. Nos reconforta saber que siguen vivos en nuestros corazones y en cada
rincón de esta escuela que ayudaron a construir. Porque imaginar es una magia
que nos permite viajar en el tiempo, vivir sus enseñanzas una y otra vez, y
seguir construyendo juntos para el futuro.
Así, mientras este viaje por la vida
continúa, deseamos que un día, vivos o muertos, nos recuerden.